El Diablo Sobre Ruedas

CALIFICACIÓN: ****



FICHA TÉCNICA:

Dirección: Steven Spielberg. Intérpretes: Dennis Weaver, Eddie Firestone, Gene Dynarski, Tim Herbert, Charles Seel. Guión: Richard Matheson. Fotografía: Jack Marta. Música: Billy Goldenberg. Título original: “Duel”. Nacionalidad: USA, 1971. Duración: 90 minutos. Género: Thriller, acción.

La ópera prima de Steven Spielberg fue concebida en principio como una obra para televisión. Sin embargo el resultado final fue mucho mejor de lo esperado, y la calidad del material consiguió que se estrenara en la pantalla grande. Una obra que se realizó con un presupuesto muy reducido (seguro que está muy distante a los que maneja ahora el director), y con una realización muy apresurada, lo que no evitó que Spielberg impregnara con su estilo la obra y utilizara elementos que posteriormente perfeccionaría.

El argumento es, aparentemente, sencillo. Y digo aparentemente porque si nos fijamos sólo en lo que se ve, no hay más que contar que una persecución entre un camión que intenta alcanzar a un hombre y su coche para hacerlos desaparecer, sin ningún motivo aparente. Pero en realidad no se queda ahí la cosa. Se trata de una historia de superación personal, de ir más allá de nuestros miedos, de nuestros límites, y de explorar caminos de nuestro inconsciente que sólo activa el instinto de supervivencia, pero que siempre están ahí. No estamos hablando de fobias comunes, algo que ocurre a la mayoría de la población, sino de algo más profundo: el miedo a la muerte y la superación de ese sentimiento no sólo por petición de los demás, si no por uno mismo.

La historia comienza cuando David Mann (Dennis Weaver) debe hacer un largo viaje en coche para reunirse con un cliente. En la carretera se encuentra con un antiguo camión, y al adelantarle comienza a perseguirle. A partir de aquí se suceden toda una serie de escenas sobre el asfalto con los dos automóviles como protagonistas, en las que el camión demuestra ser muy superior y embiste violentamente al coche de Weaver.

La contraposición que se da entre los dos vehículos es una parte muy importante de la película. Se muestran en todo momento como seres vivos, no como simples máquinas utilizadas por el hombre: aquí es el hombre el que está subordinado al poder de los mecanismos de los automóviles y no al revés. El camión aparece durante toda la película como un ente vivo, como si tuviera un control real sobre sí mismo y no actuara según las intenciones de su conductor, por lo que el protagonista lo que realmente teme son las intenciones del propio vehículo y se olvida de que hay una persona al volante.

La idea de que el hombre se “mecaniza” sobre todo aparecen en las escenas de la carretera. En estos momentos está más presente la desigualada lucha entre el turismo y el tráiler, violenta persecución entre dos máquinas donde no interviene ningún tipo de ser humano (en apariencia) y donde no hay lugar para ningún tipo de sentimiento.

Todo esto tiene su contrapunto en las escenas donde el protagonista no está dentro del coche y que por lo tanto no se encuentra en la carretera. Una de ellas es la que se da en la cafetería Chuck: aquí hace su aparición el raciocinio humano ya que David Mann comienza a cuestionarse el origen de su siniestro perseguidor y cómo puede frenarle. Aquí surge una pregunta importante: ¿son las máquinas las que despiertan la violencia del ser humano o es éste el que las usa para liberar su sentimiento? Puesto que el único momento donde el protagonista demuestra su faceta humana es cuando se encuentra fuera del coche, dentro de él se asemeja más a un animal que intenta sobrevivir.

Esta es una idea secundaria que se puede extraer de la cinta, sin embargo el tema principal de la película es, como comentaba al principio, el intento de superarse a sí mismo y de sobreponerse a los miedos propios. Spielberg nos introduce magistralmente su tesis al principio de la película, mediante la conversación telefónica que mantiene el protagonista con su mujer. En ella nos muestran a David Mann como un hombre que no sabe enfrentarse a los problemas cara a cara, aunque el orgullo de su esposa esté en juego. Con el diálogo del matrimonio nos queda perfectamente claro las intenciones del director: el enfado de la mujer porque su marido no supo enfrentarse a un hombre que intentó violarla. Aunque en apariencia no sea más que una referencia a un hecho aislado de la pareja, en realidad es algo muy significativo dentro de la película puesto que el desarrollo de la cinta y especialmente su final tienen mucho que ver con este diálogo y cómo cambia la imagen del protagonista de un hombre de negocios corriente que tiene una reunión a un hombre inseguro que evita enfrentarse a sus motivos.

Sin duda, esta escena significa un punto de inflexión dentro de la cinta, no sólo porque David Mann cambia a ojos del espectador, sino porque en ella se basa el significado del resto del largometraje.

En cuanto a los motivos que ya introduce aquí Spielberg y que perfeccionará en posteriores trabajos se encuentra, sobre todo, el dominio en los planos: exteriores de los vehículos se alternan con planos subjetivos que consiguen transmitir al espectador la tensión que vive el protagonista, y el miedo que impregna cada una de sus decisiones. A esto ayuda significativamente el montaje, milimétricamente calculado para conseguir unas trepidantes escenas de persecución dignas de las mejores películas policíacas.


Carlos Sanz

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy buena crítica, anima mucho a verla. Sigue así ;) !
Irene
Liliana ha dicho que…
Felicitaciones por iniciar este nuevo blog. Espero que lo actualices tan frecuentemente como el que tenías.
Un saludo desde Buenos Aires.