¿Quién puede matar a un niño?

CALIFICACIÓN: ***


FICHA TÉCNICA:
Dirección: Narciso Ibáñez Serrador. Intérpretes: Prunella Ransome, Lewis Fiander, Luis Ciges. Guión: Narciso Ibáñez Serrador a partir de la novela de Juan José Plans. Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Waldo de los Ríos. Nacionalidad: España, 1976. Duración: 107 min. Género: Terror.

A finales del año pasado el cine español, y concretamente el género de terror, vivió un momento cuanto menos significativo con los estrenos de El Orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007) y [REC] (Jaume Balagueró & Paco Plaza, 2007). El éxito que obtuvieron ambas, tanto de crítica como de público, supuso un punto de inflexión en un género tan infravalorado como el de terror, especialmente si hablamos de producciones nacionales.
Sin embargo en nuestro país se pueden contar numerosos ejemplos cinematográficos de películas de miedo, en las que es obligatorio señalar a Paul Naschy como el actor, director y guionista que más ha hecho por ese género en nuestro país.
Otro de los hitos de cine de terror nacional es la película que nos ocupa. Dirigida por Narciso (Chicho) Ibáñez Serrador, creador del famoso programa televisivo Un, dos, tres... Responda otra vez, y que ha dedicado gran parte de su carrera a ese tipo de obras.
En ella se cuenta la historia de un matrimonio que va de vacaciones a una pequeña isla del Mediterráneo, donde vivió su infancia el marido, para relajarse. Al llegar descubren que está completamente desierta, salvo por niños. Éstos se comportan de una manera muy extraña, llegando al punto de asesinar brutalmente a un anciano. A partir de ahí el matrimonio debe encontrar la manera de huir de la isla si quieren sobrevivir.
Después de leer esta sinopsis, probablemente no nos sorprenda demasiado que los antagonistas de la historia sean unos niños. Todos podemos recordar ejemplos de películas de terror donde el elemento negativo esté representado por un personaje infantil, como La Profecía, El Pueblo de los Malditos o El Exorcista. Sin embargo hay que tener en cuenta que la cinta data de 1976, cuando España se encontraba en plena Transición.
Nuestro país se estaba librando de la ataduras de una dictadura que había durado más de 35 años y una de las primeras películas que hicieron fue sobre la moralidad de asesinar niños dependiendo de la situación. Ese es el tema principal que quiere destacar el director con su película, por eso la frase del título no puede ser más elocuente. Si el espectador se encontrara en esa situación, ¿sería capaz de asesinar a esas criaturas para salvar su propia vida?¿o se derrumbaría ante la discusión moral de que no deja de ser un niño pese a todas sus maldades?
Estas decisiones son las que deben tomar los protagonistas en cierto punto del metraje, sobre todo porque se dan cuenta de que si permanecen en la isla no sobrevivirán aunque los niños no les dejarán salir fácilmente.
Estos sentimientos también los puede experimentar el espectador gracias al director, que mantiene durante toda la película un estilo muy documental de la historia, a lo que ayuda enormemente la fotografía de José Luis Alcaine. Los planos claustrofóbicos, con un montaje frenético en las escenas de mayor tensión, son realmente expresivos y consiguen un impacto visual considerable.
Sin embargo, salvando estos escasos momentos, el resto de la película no consigue mantener ese ritmo tan agitado de las escenas principales. Se produce demasiada variación entre los fragmentos más violentos de la cinta y el resto, que dan la sensación de estar ahí para rellenar los huecos que la historia deja entre los asesinatos.
El guión es uno de los apartados que más flojea en el conjunto. Puesto que sólo nos encontramos con dos personajes principales que acaparan toda la atención y que en el otro extremo se encuentran los niños de la isla, no se puede conseguir un trabajo demasiado estructurado en función de sus actores, ya sean principales o secundarios. Por eso no se puede reprochar demasiado este punto dentro del guión, ya que es bastante arriesgado construir una historia si sólo hablan dos personas.
Sin embargo tampoco se ha desarrollado todo lo posible la historia, por otro lado llena de posibilidades, de una isla donde unos niños asesinan brutalmente a todos los adultos que ponen los pies en ella. No se juega demasiado con la claustrofobia que deben sentir los personajes al estar en un lugar del que no pueden salir y completamente rodeados de seres malignos con formas infantiles. Más bien se hace hincapié, ya al final, de esa difícil decisión de acabar con esas criaturas para poder sobrevivir, sin jugar demasiado con los momentos de terror puro (que los hay) como la típica persecución de los protagonistas por los malos.
Pese a todo, es una cinta que se basa en los principales patrones del cine de terror, pero sin llegar a explotarlos todo lo bien que la historia podía haber permitido. Parece que se queda a un paso de conseguir un propósito mucho mayor, que podía haber llegado pero cuyo resultado final no ha logrado. De todos modos, la cinta transmite otras ideas que sólo puede experimentar el espectador viéndola.

Carlos Sanz

Comentarios

Liliana ha dicho que…
Muy buen rescate de este cine. El padre de Ibañez Serrador (Ibañez Menta) tuvo en la Argentina un programa de tele que nos aterrorizaba a los adolescentes. Parece que el hijo siguió esos pasos. Personalmente, el terror no me atrae, pero a veces suele ser tan bien instrumentado (como el caso de El Resplandor) que ahí sí me atrapa.
Muy buen artículo. Un abrazo desde Buenos Aires.