Wall·E. Batallón de Limpieza

CALIFICACIÓN: *****


FICHA TÉCNICA:
Dirección: Andrew Stanton. Intérpretes (voces): Ben Burtt, Elissa Knight, Fred Willard, Sigourney Weaver, Jeff Garlin, Kathy Najimy. Guión: Andrew Stanton y Pete Docter. Fotografía: Jeremy Lasky. Música: Thomas Newman. Título Original: Wall·E. Nacionalidad: USA, 2008. Duración: 97 min. Género: Animación.

De vez en cuando, no demasiado a menudo, salgo de la sala de cine pensando en si la película que acabo de ver ha sido realizada por un ser humano o por un genio sobrenatural. Son situaciones muy puntuales, debido sobre todo a la poca proliferación de estas auténticas obras de arte en la cartelera cinematográfica. Sin embargo, cuando aparece un ejemplo así descubro porqué me gusta tanto el cine, porqué es capaz de despertar sentimientos desconocidos y sobre todo porqué consigue evadirnos totalmente de la realidad y nos zambulle en una historia que, a priori, puede resultar el extremo opuesto a nuestras vidas.
Una de estas pequeñas joyas que nos brinda el cine es Wall-E, la última obra maestra de esa mina de oro sin fin que es Pixar. Esta productora, comprada por Steve Jobs a Lucasfilm en 1986, lleva demostrando desde que en 1995 realizara su primer largometraje completamente por ordenador, Toy Story, que se encuentra a la vanguardia no sólo del cine de animación, sino del cine en general. Sus éxitos se basan en historias para niños y adultos, cimentadas con sólidos guiones, y con unas técnicas de animación en tres dimensiones inigualables.
Por supuesto Wall-E no va a ser menos. La historia nos sitúa en el año 2700, donde la Tierra ha sido totalmente despoblada por la contaminación y un pequeño robot que alguien se olvidó desconectar lleva 700 años limpiándola. La soledad y la monotonía que vive desaparecen cuando llega a la Tierra un robot explorador, que se convierte en su primer amigo en todos esos siglos y al que tendrá que seguir lejos de nuestro planeta para no perderle.
Sentimientos como la soledad, la amistad e incluso el amor, se dan en estos personajes robóticos de manera natural, como si de seres humanos se tratara. El espectador no se plantea la idea de que un robot sea incapaz de experimentar esos sentimientos ya que desde un primer momento se identifica con el protagonista: ¿acaso es Wall-E más “humano” que nosotros mismos?¿No se ha convertido el hombre en un ser automatizado que se limita a realizar las tareas que le han encomendado? Parece que la historia utiliza esta idea del robot como ser (más) humano para plantearnos esos interrogantes.
A esto ayuda muchísimo la enorme calidad de animación con que Pixar impregna cada fotograma: Wall-E consigue más expresividad sólo con mover sus pequeños ojos metálicos que muchos de los actores más cotizados de Hollywood en sus escenas más dramáticas. La enorme capacidad que tiene el protagonista de mostrar su estado de ánimo o sus pensamientos para transmitírselos al espectador es uno de los puntos que debemos aplaudir a su director, Andrew Stanton. Sobre todo teniendo con cuenta que la primera parte de la película es casi muda con un monólogo visual de Wall-E y de sus andanzas en la Tierra.
Personalmente, estos primeros minutos que homenajean a Buster Keaton y al mejor Chaplin, que recurren al lenguaje corporal en vez del lenguaje hablado, es el punto más importante y arriesgado de la cinta. Hay que tener en cuenta, aunque muchos no estemos de acuerdo, que en Occidente se cree que el cine de animación está restringido a un público infantil, pese a que algunas películas ya nos haya demostrado lo contrario como Shrek (Andrew Adamson & Vicky Jenson, 2001) o South Park (Trey Parker, 2000). Sin embargo Pixar no comparte esta opinión, ya que su filosofía es la de crear títulos para los más pequeños pero también para los más mayores, ya que sus gustos no están reñidos. Por eso el riesgo que han corrido de crear una película “para niños” eliminando por completo los diálogos en los primeros minutos es de un mérito muy a tener en cuenta. Es algo que naturalmente pide la historia, puesto que si el robot se encuentra completamente solo en la Tierra no se deben forzar los diálogos para que el espectador no se aburra. Sin embargo estoy seguro de que ni el niño más inquieto de la sala echaba de menos un par de conversaciones para amenizar el inicio, puesto que Stanton sabe muy bien como llevar a cabo la historia sin necesidad de ellos.
La evolución natural que ha seguido, sigue y seguirá el cine a lo largo de su historia nos trae consigo películas que a lo mejor no entendemos, que superan nuestra capacidad de comprensión, o que simplemente consiguen transmitir una historia tan compleja que reúne ecología, el sedentarismo del hombre o el (mal) uso que hacemos de la tecnología de una forma simple y cercana al espectador: eso es Wall-E.
¿Una película de animación a la vanguardia del cine?¿Y por qué no?

Carlos Sanz

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Joe Carlos, me he quedado impresionada, de verdad. Esta muy bien la critica, con muchos toques filosoficos y se nota q dominas. Sigue asi!
tu fiel seguidora