Mr. Robot

 CALIFICACIÓN: ****


FICHA TÉCNICA:
Creador: Sam Esmail. Intérpretes: Rami Malek, Christian Slater, Michael Gill, Gloria Reuben, Gabriel Hansen, Justin Morck, Leetopher Scott, Jeremy Holm, Bruce Altman. Guión: Sam Esmail. Fotografía: Tim Ives. Nacionalidad: Estados Unidos. Duración: 10 capítulos. Género: Drama, Suspense.

Aunque Mr. Robot se estrenara en verano del año pasado, que en la situación actual de saturación audiovisual que vivimos puede ser mucho tiempo, creo que siempre es conveniente acercarnos a una obra que merezca la pena, que sea reseñable, aunque haya pasado cierto tiempo desde su estreno y que quizá sus connotaciones en el momento de su lanzamiento ya no tengan el mismo impacto. Afortunadamente en el caso de la serie que nos ocupa no es así, y la vigencia de su mensaje sigue muy presente, pero ya desde hace unos años, y permanecerá otros tantos.

La historia trata de Elliot Anderson, un informático que trabaja para una empresa de seguridad cibernética pero que en la privacidad de su casa es uno de los hackers más inteligentes y habilidosos que hay. Hackea cuentas de correo y perfiles de redes sociales de sus allegados y conocidos para conocer sus verdaderas vidas, donde no esconden sus tapujos como en la vida real. Todo cambia cuando un grupo de hackers intenta desestabilizar la economía mundial eliminando todos los archivos de la corporación que monopoliza todo el dinero a nivel global, y necesita su ayuda para lograrlo.

Este tipo de historias marcadas por una distopía donde un ente superior a nosotros rige el destino de los mortales y controla cada uno de los aspectos de su vida ya ha sido llevado al cine en numerosas ocasiones, pero aquí la historia cuenta con algunos matices. En general, la ambientación de la historia no pretende ser inverosímil en ningún momento, sino que las teorías conspiratorias que describe se humanizan, se las dota de un cuerpo y un rostro en las figuras del reparto, lo que ayuda concretar esa idea tan etérea del Gran Hermano del que hablaba Orwell. Aquí no intenta crear un organismo que controle la propia vida de los seres humanos, sino simplemente su economía: créditos, hipotecas, cuentas bancarias y todo tipo de facturas. A través de estos elementos es como E-Corp, la mayor empresa del mundo, controla a los habitantes. ¿Y qué pasaría si las deudas de la población mundial, de un día para otro, desaparecieran? Es una idea bastante cercana a la de Fight Club (1999).

Sin embargo el punto más interesante y característico de Mr. Robot es cómo se centra en sus personajes, como los trabaja y los define, especialmente al protagonista. Él es el que marca toda la historia y todo lo que sucede en la serie tiene la transcendencia que él le quiera otorgar. Como eje de la trama va evolucionando y descubriendo nuevos elementos que trastornan no sólo su personalidad y concepción de la realidad, sino también la nuestra.



Porque si algo tiene Mr. Robot es que el espectador es tratado como una parte activa del discurso. El guión está pensado para que el protagonista, en su múltiples paranoias, conciba como un ente presente al receptor de la obra, y en numerosos momentos mantiene conversaciones activas con nosotros. No estoy hablando del clásico recurso de romper la cuarta pared y mirar a la cámara, sino de establecer un diálogo, literalmente, con nosotros, e incluso esperar a que le respondamos. Lo que en un principio comienza como monólogos interiores que sirven para expresar sus vivencias y pensamientos ante la imposibilidad de su personaje de realizarlo mediante diálogos con otros miembros del reparto, poco a poco se va transformando en un diálogo con el espectador.

Este guión es lo más interesante de la serie, ese protagonista tan atípico pero a la vez muy humano, introspectivo pero a la vez altruista, que condiciona al resto de personajes pero que a la vez evoluciona con ellos. La puesta en escena, con unos planos que muestran una herencia demasiado evidente de David Fincher, por momentos parecen demasiado pretenciosos aunque por otra parte muestran una gran voluntad de arriesgarse y de singularizar el discurso.

En definitiva una serie muy interesante, que exige mucho del espectador no sólo por esas conversaciones del protagonista sino también para enlazar elementos que se sugieren y no se muestran explícitamente. Y sobre todo con un final exageradamente abierto e intrigante, que esperemos que se resuelvan en la segunda temporada.

Carlos Sanz

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