The Big Short

CALIFICACIÓN: ***


FICHA TÉCNICA:
Director: Adam McKay. Intérpretes: Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, John Magaro, Finn Wittrock, Brad Pitt, Hamish Linklater, Rafe Spall, Jeremy Strong, Marisa Tomei, Melissa Leo. Guión: Adam McKay, Charles Randolph. Fotografía: Barry Ackroyd. Nacionalidad: Estados Unidos. Duración: 123 min. Género: Drama, Comedia.

La gran mayoría de momentos importantes de la historia estadounidense, especialmente los contemporáneos, tienen su repercusión y sus diferentes obras en Hollywood. Sucedió con momentos clave como la Guerra de Secesión, los asesinatos de John F. Kennedy o Marthin Luther King Jr., o los más recientes atentados del 11-S y la crisis financiera de 2008. Estos momentos siempre han sido buenas excusas para que diferentes autores propusieran su punto de vista sobre una situación concreta, cada una de ellas con tintes diferentes a otras y sobre todo con una utilización más sutíl o más explítica del momento en concreto.

Uno de estos ejemplos es The Big Short, que está centrado completamente en la crisis financiera de 2008 que tuvo (y aún tiene) repercusiones en todo el mundo. Desde entonces ya se han realizado numerosas películas en Hollywood con esta temática, como Margin Call (2011) o The Company Men (2010), cada una de ellas tomando un estilo diferente, y también numerosos documentales como Inside Job (2010) o The Flaw (2011). Por supuesto, la que hoy nos ocupa no será menos.

En esta ocasión toda la historia se produce desde otro punto de vista: el de un grupo de economistas que trabajaban en diferentes bancos y grupos de inversión que predijeron la crisis y apostaron en contra de lo que todo el mundo creía que nunca iba a estallar: la burbuja inmobilaria en Estados Unidos. Basada en hechos reales recogidos en la novela de Michael Lewis (que ya lleva tres de sus libros adaptados al cine), este grupo de profetas se arriesgaron al ser los únicos en contra de un sistema que a vista de todos era completamente sólido, pero que gracias a su (pre)visión consiguieron sacar tajada de la crisis mundial.

Este tipo de películas sobre la crisis tiene predisposición del espectador hacia ellas ya que, en mayor o menor medida, todos nos hemos visto afectados por la historia real, y la gran mayoría de nosotros compartimos el sentimiento general contra el mismo culpable. En esto es en lo que se basan estas películas y por lo tanto cuentan automáticamente con el beneplácito del espectador. Sin embargo en The Big Short nos encontramos con unos personajes que forman parte del sistema, que ven lo corrupto y profundamente alterado que está pero que no toman parte por solucionarlo, sino que se aprovechan y ganan mucho dinero con las miserias de los demás.



Este es un punto de vista arriesgado para la película puesto que el espectador no concibe a los personajes como héroes clásicos ("Nunca dije que fuese un héroe", Ryan Gosling) que buscan solucionar el problema, sino que se aprovechan de él. A este respecto es muy interesante el cambio que se produce en el personaje de Steve Carrell, con el enésimo ejemplo de que sabe desenvolverse tan bien en el drama como en la comedia, que profundizando en la situación se da cuenta de que es algo mucho mayor de lo que creían al principio, y que va a afectar determinantemente a millones de personas.

Sin duda el mejor punto con el que cuenta la película es el reparto que lo forma. Con grandes actuaciones como la ya mencionada de Steve Carrell y también la de Christian Bale, secundados por Ryan Gosling y Brad Pitt, se consigue una armonía y un ambiente de realismo entre ellos imprescindible para comprender la película, y sobre todo para transmitir la idea de que efectivamente está basada en hechos reales.

Esta sensación de naturalidad que emana del reparto está en gran medida ayudada por el incisivo guión y una gran dirección por parte de Adam McKay en su primera aproximación al género del "drama". Y lo pongo entre comillas porque si algo singulariza a The Big Short es el continuo vaivén entre drama y comedia. Esta alternancia, por otra parte excelentemente medida, consigue que un tema que podría convertirse en algo soporífero ante la encadenación de términos técnicos y conversaciones frenéticas sea mucho más accesible y a la vez hace la película mucho más llevadera.

En resumen, un nuevo ejemplo de cine de crisis, esta vez desde otro punto de vista a lo que habíamos visto antes, pero que se basa en un gran trabajo de producción ayudado por un reparto muy equilibrado y creíble. Adam McKay pasa con nota el primer test serio de su filmografía.

Carlos Sanz

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