Stranger Things

CALIFICACIÓN: ****


FICHA TÉCNICA:
Creador: The Duffer Brothers. Intérpretes: Winona Ryder, David Harbour, Matthew Modine, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Noah Schnapp, Cara Buono, Joe Keery, Rob Morgan. Guión: Matt Duffer, Ross Duffer, Jessica Mecklenburg, Justin Doble, Alison Tatlock, Jessie Nickson-Lopez. Fotografía: Tim Ives, Tod Campbell. Nacionalidad: Estados Unidos. Duración: 8 capítulos. Género: Fantástico, Terror, Suspense.

Después de ver Starnger Things, podemos extraer dos claras conclusiones: por una parte la cultura de los 80 ha llegado aquí y se ha instaurado en todas las categorías artísticas actuales, desde la literatura hasta los videojuegos pasando también, como no, por la televisión. Y la otra conclusión es que Netflix se ha convertido en el actual gran productor de series televisivas, no sólo en cantidad sino también en calidad. Y es que ya van unos años en los que se superan a sí mismos cada vez más, arriesgándose con sus propuestas y saliendo vencedores en la gran mayoría de ellas.

Esta búsqueda de nuevos materiales y de historias que poder convertir en series es lo que llevó a los hermanos Duffer a unirse a Netflix para llevarla a cabo, y éstos, sabiendo del éxito que están teniendo los 80, vieron un auténtico filón en la producción. Pero no parece que fuese una serie con un éxito garantizado desde el principio, ni siquiera que Netflix apostara fuertemente por ella en un primer momento, ya que no cuenta con un reparto de renombre (salvando a Winona Ryder) y tampoco con una calidad de producción y de efectos visuales puntera, que en algunos momentos resiente el disfrute de la obra.


Pero esto no es indispensable para conseguir lo que se proponen sus creadores: jugar con la melancolía y la memoria del espectador para trasladarlo a momentos de su infancia audiovisual, a esos primeros momentos de disfrute de grandes películas o de grandes novelas de terror y suspense, a esos protagonistas infantiles con los que antes nos identificábamos por pura relación de edad y ahora lo hacemos por la conexión emocional, tanto con ellos como con nuestros niños interiores. Y es que en Stranger Things podemos ver claras referencias especialmente a Steven Spielberg, a su trato de los personajes infantiles, a Stephen King y su constante utilización de otras dimensiones en sus historias o a John Carpenter y sus monstruos.

Además no son sólo referencias a ellos. No estamos hablando aquí de puros homenajes que mencionan obras clásicas anteriores o utilizan herramientas perfeccionadas por otros maestros, sino que simplemente las calcan: las toman y las instauran en su discurso para formar un collage de piezas perfectamente encajadas que redondean el conjunto. No podría formarse de otra manera si no fuese con esas piezas: si no aparecieran los huevos de Alien, si el origen no se produjese por una puerta a otra dimensión como en La Niebla de Stephen King o si los personajes principales no fuesen un grupo de niños que deben luchar contra realidad y ficción y que sólo serán salvados por su amistad como en Los Goonies.

Y es que estos niños, este grupo de cuatro amigos a los que se les une la niña misteriosa de nombre Eleven, son el eje principal, el epicentro de la historia y el principal punto de disfrute del espectador con la obra. Si estos niños, tanto su trabajo de guión como su interpretación final, no funcionaran, la obra sería un auténtico desastre. Y pese a lo arriesgado de apostar por cinco desconocidos para sustentar todo el peso de la historia, resulta ser todo un acierto y la principal razón de que Stranger Things sea tan buena. Porque lo normal en obras protagonizadas por niños es que se les pretenda estandarizar demasiado o que terminen sobreactuando debido a la presión del trabajo. Aquí no ocurre nada de eso: cada uno de ellos encaja y es perfectamente creíble en sus papeles, aparte de que sus roles están muy bien trabajados y no se limitan a los típicos clichés.


Pero no puedo terminar de hablar de Stranger Things sin hacer referencia a su música. Para cualquier amante de la música de los 80, encontrará una gran colección de canciones a lo largo de los ocho capítulos, algunas de ellas versionadas y otras simplemente ambientando perfectamente la escena en la que se ubican. Su utilización es una gran manera de ambientar las escenas y de trasladarnos a unos años muy diferentes a los actuales. Y en cuanto a banda sonora no me refiero sólo a canciones populares que se utilizan, sino también a creaciones instrumentales como los títulos de presentación, con claras referencias a la electrónica de Giorgio Moroder que ya se usó en otras obras recientes como It Follows.

En definitiva, un gran acierto. Una serie que combina numerosos géneros aparentemente incompatibles pero que siempre respira ese aire ochentero tan característico. Aunque no tenga una identidad propia ni pretenda sentar bases con su estilo, es tremendamente entretenida y su suspense nos mantendrá atrapados devorando capítulos sin parar. Esperemos que la segunda temporada esté a la altura de las expectativas.

Carlos Sanz

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