Batman: The Killing Joke

CALIFICACIÓN: **


FICHA TÉCNICA:
Director: Sam Liu. Intérpretes: Kevin Conroy, Mark Hamill, Tara Strong, Ray Wise, John DiMaggio, Robin Atkin Downes, Brian George, JP Karliak, Andrew Kishino. Guión: Brian Azzarello & Brian Bolland. Música: Kristopher Carter, Michael McCuistion, Lolita Ritmanis. Nacionalidad: Estados Unidos. Duración: 72 min. Género: Acción, Suspense.

Las adaptaciones siempre han sido uno de los puntos más peliagudos de la historia del cine. Y no sólo las adaptaciones literarias, que fueron las pioneras y que cuentan con muchos ejemplos de resultados desastrosos (aunque también hay excepciones), sino dentro del mundo del cómic y la novela gráfica que en los últimos años están tan de moda. No me refiero sólo a las películas de superhéroes, que pueden contar con una mayor libertad en su adaptación en cuanto a no restringirse a una historia concreta, sino a novelas gráficas cerradas en un tomo, que se pasan al cine.

En este caso encontramos numerosos ejemplos del gran autor Alan Moore, uno de los más adaptados al cine con obras como From Hell, V For Vendetta, The League of Extraordinary Gentlemen o Watchmen, auténticas referencias en el mundo de la novela gráfica y que en la mayoría de los casos han pasado sin pena ni gloria por las salas de cine (siempre con excepciones). El último ejemplo lo encontramos en una obra que realizó durante su etapa estadounidense en los años 80, y que toca a uno de los superhéroes más míticos: Batman: The Killing Joke.


Es difícil realizar una adaptación de una obra de Alan Moore, pero la animación supone una técnica que proporciona más libertad al director y que puede consumar el estilo concreto que sería más difícil de conseguir con actores reales. Sin embargo hay que aclarar que en todos momento se trata de una adaptación, no una obra que parte de cero y que tiene completa libertad de creación, por lo que la comparación entre ambas va a ser inevitable y la película siempre va a tener un patrón en el que fijarse.

Sin embargo, lo que hace grande a la obra de Moore, en la película queda en un segundo plano. La importancia del Joker como personaje, como interesantísimo rol dentro del universo de Batman y como paradigma de supervillano en el mundo de los superhéroes, se convierte en algo secundario, algo que es el epicentro y la base sobre la que se desarrolla la novela gráfica. Además que es un tema bien desarrollado por Moore: su creación y gestación, su justificación de por qué se convierte en ese personaje que todos conocemos.

En la película, aunque también tiene sus momentos al respecto, la acción se centra en la relación de Barbara Gordon/Batgirl y Batman, especialmente en gran parte del principio de la película, donde parece que ella es la protagonista. Todo esto toma el sentido para justificar, o simplemente para allanar el camino de lo que será después con Batman, el Joker y el comisario Gordon, pero es una introducción demasiado extensa y demasiado prescindible. Parece que son minutos de relleno, escenas que se podrían haber condensado y no hacer tanto hincapié en la relación de los dos superhéroes.


Porque si de algo va Batman: The Killing Joke, al menos en la obra de Moore, es de relaciones. Pero no entre Batgirl y Batman, sino entre éste y el Joker. Ese es el tema que pretende explorar y explotar el autor británico y que convirtió su obra en una de las referencias de todo seguidor del hombre murciélago. La dependencia de ambos, la necesidad de que exista un mal para que exista un bien, la justificación de su confrontación para conseguir un equilibrio es sobre lo que reflexionaba Moore y en la adaptación apenas tiene unos minutos finales.

De hecho podemos encontrar otros ejemplos en la historia del cine donde se le presta más atención a esto que en esta película, como es la obra de Christopher Nolan The Dark Knight Rises, donde ya podíamos encontrar conversaciones entre los dos personajes al respecto y que fue uno de los motivos que hicieron grande a la película. Incluso otra película de animación como Megamind también reflexiona sobre esta duelidad en el mundo de los superhéroes de manera más efectiva que la película de Sam Liu.

Una lástima que se haya desaprovechado una nueva oportunidad para convencer a Alan Moore de que el cine es un buen medio en el que adaptar sus obras. Sin embargo, si su trabajo queda reducido a adaptaciones de este tipo, es normal que siempre se muestre en contra de hacerse responsable de este tipo de películas.

Carlos Sanz

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