Joker y Parásitos: el cine como reivindicador social

Como nos vamos acercando ya al final de este 2019 y en muchas páginas de cine empiezan a elaborar las típicas listas con lo mejor del año, las películas más interesantes y las más decepcionantes, creo que también merece la pena hablar de qué es lo que ha aportado este 2019 a la cinematografía de los últimos años de manera más concisa. No creo que haga falta enumerar los principales estrenos, algunos batiendo récords de taquilla, sino que con quedarme con dos películas se puede hacer una idea de por dónde han ido los tiros (de manera literal) en este 2019.


Y no son dos películas cualquiera. Por un lado tenemos a la ganadora del pasado Festival de Venecia (Joker) y por otro a la ganadora del Festival de Cannes (Parásitos). Es decir, dos obras muy reconocidas por la crítica, con premios en dos de los principales festivales internacionales, y la del Joker además muy apoyada por el público, convirtiéndola en la película calificada R más taquillera de la historia.

¿Pero qué es lo que ha llevado a que dos películas tan aparentemente diferentes se hayan llevado dos premios tan importantes? Porque a priori ambas parten de puntos muy distantes: son diferentes cinematografías, diferentes países de producción, una está protagonizada por un personaje de cómics y la obra por personas normales, sus directores tienen carreras completamente diferentes, etc.

Pero aún así ambas cuentan con un nexo común que sirve como base de su discurso: la enorme carga reivindicativa que tienen de mensaje sobre las injusticias sociales y la jerarquización de la sociedad. Esta diferencia de clases se ve muy claramente en Parásitos, donde todo transcurre entre dos familias de diferentes estamentos sociales que por pillerías y ambición acaban juntándose.


Sin embargo Bong Joon-ho nos deja claro que esas diferencias no se solucionan con un poco de maquillaje y ropa llamativa: los estamentos sociales están mucho más enraizados en el ser humano y al final todo se acaba revelando para poner a cada uno en su lugar. Esa crítica de la sociedad clasista y del destino prefijado que tienen algunos grupos sociales, algo de lo que ya se hablaba por ejemplo en Metrópolis (1927), es lo que sirve de base de Parásitos, aunque la película tiene mucho, mucho más detrás.

En el caso del Joker es algo muy similar en cuanto a su fondo, pero su forma es mucho más brutal y concreta. Parásitos toma como epicentro de sus reivindicaciones la diferencia de clases, un tema más global que se podría aplicar a cualquier país, ya sea desarrollado o no, occidental u oriental. En el caso de la película de Todd Phillips hace mayor hincapié en la mercantilización de derechos fundamentales, concretamente en la sanidad.

Es verdad que toma como punto de partida un antagonista de cómic como es el Joker, pero eso casi es lo de menos. Lo importante y lo que quiere transmitir con su mensaje es que no se puede jugar con un tema tan delicado como la sanidad, no se puede dejar desamparada a gente que necesita de la ayuda social para poder sobrevivir, porque en el caso de no hacerlo va a haber consecuencias graves. El mundo se está transformando por la avaricia de unos pocos y las clases más bajas son las que sufren las consecuencias.


En el caso de Joker, estas consecuencias sobre brutales y gravísimas, pero no es algo que no haya ocurrido ya en la Historia (que se lo digan a Luis XVI y Maria Antonieta). El personaje protagonista es tomado como un icono de esta rebelión, pero no es más que un afectado más por las políticas de privatización que sufren algunos países en determinados sectores, una ideología que se está expandiendo a otras naciones y que puede tener consecuencias fatales.

Es evidente que el cine tiene que estar atento a la actualidad social y que muchos directores hacen uso de la situación que vive la población para elaborar sus ideas y transmitir sus mensajes. El cine, como medio reivindicativo siempre ha estado presente pero creo que este año ha sido especialmente importante y estas dos obras son una buena muestra de ello.


Carlos Sanz

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